Como la piedra pequeña, que sirve para la honda
Hay que estar siempre preparadx para viajar con poco peso y abandonarlo todo, para llevar nuestro pasado en el bolsillo y nuestras convicciones en cada paso.
“Poder ser una célula independiente dentro de cada grupo de acción o entorno anárquico y tener la movilidad para “desaparecer” sin dejar de estar constantemente coordinadx y comunicadx con tus hermanxs” (Awkiñ)
Me gustaría poder organizar todas las ideas que vienen a mi mente cuando pienso en la clandestinidad, pero no puedo hacerlo. Hace días que mordisqueo esta carta, lanzando unas piedras en el camino, y simplemente no encuentro cómo ordenar tantas cosas que considero necesarias de ser expuestas. Así que aquí voy, arrojándolas de la forma más concreta, y ojalá, tensionante que pueda.
Primeramente presentarme, lo que será difícil, pues desde que fugué de un proceso por demás bizarro, no solo asumí una “clandestinidad” (durante un tiempo) sino que asumí, hasta ahora, un anonimato (que nunca fue una inmovilidad o silencio). Entonces quizás mi carta de presentación en este caso deba ser solamente esta: soy una persona que transité por la senda angosta de la fuga, el abandono de toda mi vida “social”, que me anule a mi mismx, pero que nunca abandoné la lucha, pues sigo y seguiré en combate multiforme. Me gustaría aclarar que tuve una fuga absolutamente carente de infraestructura y planificación, es decir que salí como pude, por mis medios, y me encontré con quien deseó ayudarme. No tenía contactos, ni intermediarios, solo un poco de dinero y una mochila más cargada de dudas que de ropa. Ese camino que comencé así, se volvió una vida y el retorno para mi es incierto. Al fin y al cabo raras veces los retornos son voluntarios, a diferencia de las fugas que implican un punto, aunque presionado, de decisión.
Una vez que me presenté, quiero decir que este texto lo comencé como una respuesta a Awkiñ, pero después se sumó la excelente novedad de la libertad de Gabriel Pombo da Silva y su decisión de pasar a la clandestinidad… y a veces es lo único que se puede hacer por lxs compas fugadxs… mandarles unas letras para que sepan que seguimos conversando y luchando juntxs.
Así pues, la clandestinidad es un tema que tocamos poco y a veces con timidez, cada vez que algúnx compa la asume, y creo absolutamente necesario seguir compartiendo estas reflexiones, pues la clandestinidad, más allá de sus resultados finales (prisión o un camino sin retorno) es una opción, y necesita seguir siendo una opción digna y posible para lxs que nos posicionamos contra toda autoridad. Creo conveniente aquí, pensar en experiencias como la de la compa Gabriela Curilem, como un caso en el que el fin de su fuga no fue la detención fortuita, sino su propia y voluntaria decisión de poner fin a su clandestinidad.
Es importante generar las posibilidades de poner fin a esta etapa por nosotrxs mismxs. En algunos casos eso supone recurrir a estrategias legales. Y esto, de forma alguna quiere decir un arrepentimiento, sino saber en qué momento jurídico unx puede re aparecer y en qué momentos no. Sobreentendiendo que esto es posible solamente cuando se cuentan con comunicaciones y colaboraciones de confianza, así como con la capacidad de leer políticamente los contextos aun estando en la distancia.
Pero no todos los procesos son iguales, y yo, así como Awkiñ, tampoco fui lx mas buscadx, pero eso unx no lo sabe al irse, al ver su rostro en los medios… en fin, al saber que quedarse significa ser enjauladx. Y esto también es importante identificarlo. No para relajarnos en cuestiones de seguridad, sino porque vivir con la sensación de estar perseguidx es desgastante y a veces unx termina haciendo el trabajo de la policía al vigilarse o inmovilizarse y el poder se aprovecha de eso. Ante todo hay que evitar paralizarse o dejar de combatir. Creo importante tener conciencia de hasta dónde puede el poder empeñarse en buscarnos y hasta donde somos nostrxs quienes podríamos estar propiciando alguna facilidad para ser encontradxs. Hacer de estos dos polos un balance estratégico, puede permitirnos vivir mejor y mantenernos activxs. Seguir los procesos que están en nuestra contra a veces también es algo imposible, y emocionalmente nos juega en contra siempre ese mirar allá, preguntarnos siempre si podremos volver, o si habremos de volver para ser cazadxs solo porque estamos hartos de correr.
La clandestinidad dure lo que dure, vale siempre la pena. “Las detenciones a lxs clandestinxs no deben nunca sembrar la duda en lxs compañerxs que tienen la posibilidad de fugar. Que la libertad sea siempre el único camino a elegir. Porque cada paso que se da al huir, aun cuando parece que no existirá más futuro… es un paso rebelde que merece ser dado.” (comunicado en solidaridad con Diego Rios desde algún lugar en los Andes). Más allá de las infraestructuras, la clandestinidad, es un camino muchas veces individual.
La libertad te abofetea en la cara de tan pura que aparece frente a ti. Te golpea en el rostro y te dice, heme aquí, tú me buscaste y ahora tómame, bébeme, que puedes hacer conmigo? Porque es verdad, una vez solx… en otras tierras… con otro rostro, otra ropa, otro nombre… Puedes hacer lo que sea, están tú y tu cuerpo, solxs… Respiras el frio de una frontera, el calor de un día sin comida, caminas sin rumbo pero sin preocuparte por si estas perdidx. Puedes hacer de todo. Puedes hasta abdicar. Es el espacio tiempo incierto en que tus convicciones se ponen a prueba. También se pone a prueba tu capacidad de sobrevivir y tu “ruptura” con la sociedad dominante y con tu círculo cercano. Sabes que lo que podía ser una casa, una ciudad, conocer un camino, o donde obtener comida, no existen más. Se acabó todo lo que podía ser una comodidad. No existe nadie que pueda decir algo de ti, ni malo, ni mucho menos bueno, y por lo tanto si no hablas, nadie hará nada por ti. Buscar un trabajo o como generar dinero se vuelve ridículamente urgente. Sabes también, que no estarás, que no oirás, que no abrazarás, que no reirás ni llorarás juntx a nada de lo que hasta entonces para ti era amado, querido o compañerx.
Además de todo eso, sabes que tu libertad está marcada por detenciones de otrxs, y unx queda divididx entre la vida que dejó y la que intenta sobrevivir esperando. Esperando que algo pase, que lxs compas salgan, que nadie se enferme, que nadie sea detenidx, que se diga algo de ti… siempre con un ojo allá y otro acá… Te preguntas y tanta libertad de que sirve si no tengo con quien compartirla? La clandestinidad cobra sentido entonces, cuando unx se sacude ese aturdimiento inicial y contra toda probabilidad vuelve a atacar… comienza a agitar… tira una piedra por aquí y otra por allá, la sangre corre de nuevo por las venas y la libertad se hace tu aliada por ti y por lxs que quedaron dentro. Todo vale la pena y no existe derrota pues permaneces en ti, luchando, pues tus convicciones están ahí, intactas… y la insistencia de confrontación se muestra en toda su belleza al motivarte a seguir caminando por las sendas de la anarquía. Este es el punto en que la fuga se expande y se vuelve la posibilidad de seguir en combate. Entonces no hay más que la rabia, y el deseo del ataque, ese instinto que después de buscar la sobrevivencia, continúa despreciando al sistema y entiende la necesidad de atacarlo.
Pero la clandestinidad, además de ser un proceso individual en el que se ponen a prueba convicciones y debilidades, es un proceso de encuentro con otras individualidades, las que quedaron, las que están presas, es parte de un espacio-tiempo lleno de relaciones y conexiones a distancia, imponderables, en las que el vacío, la nada absoluta se sienten, y depende de ti mismo, y de tus fortalezas, dar el siguiente paso, crear nuevos lazos y compañerxs que te enseñen a rearmar complicidades y conspiraciones… para seguir luchando… siempre.
Para Awkiñ en esta nueva etapa, fuerza y coraje compañerx! que tus huellas se las lleve el viento y tus acciones nos acompañen siempre.
Y junto a estas palabras, lanzo una piedra más, no de esas grandes de palacios o fuertes, sino una ligera como tú, Gabriel Pombo da Silva, piedra aventurera, piedra pequeña, que sirve para la honda. Que nada corte tu vuelo.
En fraterno y cómplice saludo a todxs lxs presxs y clandestinxs que luchan contra el poder, dentro, fuera y en fuga de las prisiones. No quiero poner nombres… porque sabemos bien que todxs lxs compas no caben en estas letras, pero me gustaría enviar estas palabras también a Felicity Ryder, Gabriela Curilem y Pola Roupa. Asi como a todxs lxs compas que han acompañadx, dado la mano y un abrigo a lxs clandestinxs.
Con rabia insumisa… Hasta que todo reviente!
Unx desconocidx.