“El acto más pequeño en las circunstancias más limitadas lleva la semilla de la misma ilimitación e imprevisibilidad y un acto, un gesto, una palabra bastan para cambiar cualquier constelación”.
Es con esta certeza que sacamos este artículo. Creemos necesario poner sobre el tapete los mecanismos que el sistema tiene para la recuperación de las luchas que lo cuestionan y de cómo los llamados “movimientos sociales antagonistas” participan de ellos o se ven inmersos inconscientemente en multitud de ocasiones. Se han repetido hasta la saciedad, pero no nos vamos a cansar de nombrarlos y señalar a quienes con sus modos de hacer participan del juego del capital.
Una y otra vez los movimientos sociales utilizan los resortes del sistema para conseguir sus fines afianzando las posiciones del capitalismo y recuperando las luchas al terreno que más le interesa al poder.
Un ejemplo de este hacer es el uso de los mass-media como modo de difusión de la información y como herramienta para la movilización masiva. Éste se revela en esencia contraproducente. Se aceptan, una vez sí y otra también, concesiones para no escandalizar a la opinión pública, concesiones permanentes si lo que se pretende es el beneplácito de la prensa dominante (desaparecen formas de lucha válidas y reivindicaciones radicales, en el sentido de atacar la raíz del problema). Lo que desborda sus límites lo descalifican (terroristas, violentos o radicales en su lenguaje pervertido), perfilando el prototipo de disidencia que les va bien. Con esta “herramienta” se opta por la difusión masiva y espectacular, pero también dogmática, parcial y transitoria (¿alguien cree aún que los media seguirán un conflicto si no hay espectáculo?). Se siguen viendo actitudes de gente que buscan sacar el conflicto en la tele en lugar de plantear las cosas para solucionar el conflicto o la lucha concreta en función de los intereses de clase. Afortunadamente algunos ya se han desengañado.
Ya estamos acostumbrados también a ver el tedioso intento de movilizar a partidos políticos, sindicatos o asociaciones que gozan de un renombre, sea por conocidos que se tiene ahí o de una manera más reglada, con el objetivo de que desde lo institucional se interceda por ejemplo a favor de compañeros que han sido detenidos. Esto en ocasiones tiene éxito, cuanto al objetivo inmediato, y en otras no. Pero, para quien sí tiene un beneficio claro es para el mantenimiento del sistema establecido. Se asumen como interlocutores válidos a esos que luego se critica. Se legitima su poder y se tira por la borda todo el esfuerzo que se hizo por articular una autonomía. Esto, cuando no se entran en negociaciones con esos parásitos para redefinir los objetivos y las condiciones del apoyo. No es raro que intenten descontextualizar la lucha, desvincular a los detenidos de otros momentos represivos y otros métodos rastreros de estos oportunistas.
“Contra el enemigo la reivindicación es eterna”. Por más que se pida la libertad de compañeros en nombre de la injusticia seguirán habiendo más golpes represivos en otro tiempo y en otros espacios. Como afirmaban otros compañeros hace poco*, esto lo único que trae es la separación de los represaliados en inocentes y culpables, esto es la criminalización indirecta de otros compañeros que, sin tener en cuenta la legalidad burguesa (constituida por el propio poder y que muchas veces desde el ámbito “antagonista” se asimila), utilizan todas las herramientas a mano. Y de paso, estas actitudes, afianzan la moral y la legalidad burguesas.
No es que no queramos que los compañeros salgan, pero no a cualquier precio, y el precio, si no los arrancamos nosotros de las garras del Estado (y somos muy conscientes de las dificultades en este momento) y planteamos claramente los términos de la guerra de clases, es la recuperación inevitable de la lucha. En este sentido, el poder no va a poner objeciones a la existencia de dichos movimientos “antagonistas”; sólo cuando estos se dirijan de forma clara hacia la recuperación de nuestras vidas el poder moverá ficha. Con algunos compañeros ya lo está haciendo (compañeros italianos, los 5+1 de Barcelona, etc).
La repetición ciega de los mismos esquemas siempre sin tiempo para la reflexión (¿Qué queremos? ¿Qué medios debemos usar para conseguirlo?) y la verdadera discusión con el objetivo de avanzar y revisar constantemente los objetivos (si no, como pasa muchas veces, parece que no se sepa ni adónde se dirige uno) son obstáculos a superar para los que nos creemos nuestro propio mensaje revolucionario. Los que no confían en la destrucción de este sistema explotador y se dedican a maquillarlo mediante el gestionismo que se atengan a esa responsabilidad que desempeñan. Gestionar el guetto es gestionar la miseria. Son nuestros enemigos y como a tales los trataremos cuando sea necesario. Su aparente ingenuidad no los justifica. Sabemos bien que esto generará divisiones y enfrentamientos (lo siento por los amantes del buenrollismo); porque aquí es donde se define en que lado se está de la barricada. O en uno o en el otro. O por la destrucción de la alienación capitalista o por su defensa.
A pesar de todo esto nos alegramos de vernos proyectados en otros compañeros (con los que deseamos encontrarnos para poder discutir y practicar el camino de la revuelta) que en su intención de destruir este sistema explotador han roto ya con sus defensores. Defensores evidentes y no tan evidentes, más peligrosos si cabe por su escamoteo de la función que cumplen y la facilidad de su recuperación en caso de un proceso revolucionario ulterior. A todos estos, les escupimos a la cara.
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