Se miente, se traiciona, se señala, se hacen divisiones, se renuncia a la esencia de las acusaciones, se rebaja el discurso únicamente a la altura de un juzgado… y aún así, no vale para nada, porque la “justicia” que se andaba buscando, una vez más, actúa como lo viene haciendo históricamente: Necesita buscar un culpable para seguir representando ser la salvadora de la sociedad.
Tiene que resultar frustrante cómo después de haber recurrido a todas esas artimañas que pasaban por encima del origen de las convicciones iniciales y habiendo dejado en el camino a verdaderos compañeros a los cuales no les importaba si eras o no culpable, resulta que como fin de la historia, el Estado sigue buscando a esos culpables. Y como su finalidad es esa, obviamente con todos los medios a su alcance, así lo hace. Y cuando extrañanamente no lo hace, tras la vuelta a la normalidad y sin presión ni marrón porque el Estado ha perdonado o porque se decide juntarse con enemigos o personas perjudiciales para el discurso, tu entorno más cercano está defraudado y traicionado. ¿Qué balance se merece esto?
Pero ¿que pasa mientras? Que se pisa y se reduce a la altura del betún a los compañeros que años atrás estuvieron al lado de tantos y tantos represaliados que, antes de que les cayera el marrón, decidieron llevar un verdadero discurso rupturista y que elaboraban estrategias que no dejaban a nadie tirado. Se dejan atrás debates, conversaciones, asambleas, valores… y todo para buscar un culpable y por supuesto que ese culpable no sea uno mismo.
Entendiendo las estrategias como formas de librarse de la condena a cambio de seguir dando caña en la calle, es cierto que no absolutamente todo vale. O no todo siempre y cuando no dependa en el cien por cien de uno mismo. Con esto se hace alusión al apoyo y a la solidaridad.
Las personas que se dejan la piel durante años para apoyar y solidarizarse ante la causa de turno, se merecen que no se las mienta. Se merecen que no se les diga que es un montaje si no lo es, ya no sólo por ética humana sino porque el día de mañana si se demuestra que no se puede salir de ciertos embolados y esa gente había defendido tu “inocencia”, automáticamente dejará de apoyarte. ¿Por que? Porque se decidió que como venían mal dadas, era mejor juntarse con el partido de turno y con la asociación de turno, porque queda bien y así se sale del guetto y porque con eso y renunciando al discurso inicial, quizá el juez ve que no se es tan malo y decide absolver…. ¿Pero qué está pasando en nuestras cabezas?
Un ejemplo reciente que acaba de acontecer nos vuelve a demostrar que después de todo el circo generado, las condenas de cárcel tras varios años de defensa de la inocencia, se vuelven a suceder, porque el Estado ni olvida ni perdona. ¿A que figura legal y representante de los poderes del Estado le ha importado lo más mínimo las ideas de los acusados? ¿De qué vale pisotear los principios y dejar tirada a mucha gente a cambio de juntarse con políticos y famoseo variado? ¿De que vale defender a muerte tu inocencia de forma pública y a modo de campaña política? DE NADA.
Y después de todo este tiempo dejándose la piel, el resultado es nefasto. Tiene que resultar frustrante que después de todo lo hecho, no haya valido para nada. El Estado es y será siempre un enemigo, pedirle clemencia es absurdo y se viene demostrando una y otra vez.
El campañismo por el campañismo está vacío de contenido. Equiparar todos los casos represivos del Estado indistintamente es un error que se comete cíclicamente pero que aun así no se aprende del pasado. El hecho de ser represaliados no hace a las personas iguales y les reduce al papel de víctimas. El trasfondo de cada caso y el origen e ideas de cada uno, no son equiparables siempre. Todo ello equivale una vez más, a sentir que necesitamos estar rodeados de gente en un momento difícil y una vez más juntándonos con quien haga falta a cambio de recibir apoyo y sin saber separar nuestras necesidades emocionales de las políticas. Se genera un apoyo que es falso y que dará la espalda si se fuera honesto y se le dijesen las cosas como son. Apoyo que sea de donde sea no se merece que le mientan a cambio de estar implicado en la causa de turno y querer librarse a toda costa. La gente de fuera – los solidarios – se merecen sinceridad.
Y por ultimo, tras el escrito de Mónica y Francisco que ha creado tanto revuelo, darles mi más sincero apoyo. Dice mucho de personas que se encuentran en prisión actualmente, que se reafirmen de esta forma y dice poco de aquellos que estando en la calle decidan echar mierda sobre una opinión que valora la petición de indulto. El que quiera que lo haga, pero se ha de ser consecuente con el entorno que ha apoyado tu causa. Si cambiamos el rumbo la gente que se ha dejado mucho en las personas que en algún momento lo necesitaban, merecen una explicación. El apoyo a según que causas no salen gratis: seguimientos, fichajes etc… cuanto menos el entorno es merecedor de unas aclaraciones.
La reflexión de todo esto es, ¿valió la pena? …