Vale, pero al final, ¿qué quieren?

Este número de Adesso sera diferente de los otros. Intenteremos contestar una pregunta que a menudo nos hacen : “Vale, pero al final, ¿que quieren?”. Algunxs se asombrarán tal vez de tanta general elección, en un periodo cuando la represión se calienta, con las últimas encarcelaciones de anarquistas en Trento y en el resto de Italia. Sin duda alguna las cosas que decir sobre todo esto no faltan, y las diremos lo antes posible. En adelante, incluso lxs más ciegxs tendrían que darse cuenta de que el poder golpea de manera siempre más abierta cualquier forma de disension. Sin embargo, la represión no debe dejarnos sin aliento forzandonos a seguir unicamente sus vencimientos. El papel de Casandra eterna no nos gusta. Tal vez es por eso que sentímos la exigencia -¿porque ahora?, no es fácil de decir- de escribir unas cuantas lineas sobre la vida por la cual luchamos, más allá de las luchas y de los episodios particulares, y a pesar de lxs picoletxs, de lxs fiscalxs, de lxs periodistxs y de lxs matonxs. Los problemas que ponemos de relieve -como por ejemplo el de una sociedad sin carcél- casí a penas se rozarán. Para eso necesitariamos mucho más que un número de Adesso. Por lo tanto nos apetece intentarlo, incluso dentro de los estrechos límites de nuestro papel de critica social. ¿Pero de dónde salir?

Sabemos que es imposible el ir hasta el fondo de nuestros sueños, cuales son literalmente sin fondo. A la vez, no nos cuesta nada admitir que tenemos un ideal. Para nosotrxs, un ideal es un modo cotidiano de vivir y a la vez la prefiguración del mundo en el que nos gustaría habitar. Idea, ideal son conceptos que remiten, etymologicamente, a la capacidad visual, a la visión. Se trata de una facultad imaginativa, de prefiguración, precisamente.

Prefigurar no significa construir arquitecturas minuciosas de mundos alternativos, mapas detallados de la tierra de Utopía. Además de que es imposible, eso remitiría a una idea de sociedad opuesta a la que queremos : una sociedad que planifica unxs cuantxs con la intención de “mejorar la humanidad”, incluso en contra de… su propia voluntad.

Para nosotrxs, la prefiguración es una imagen que traspasa la mente, una imagen en la cual la experiencia se mezcla con la tensión y la esperanza en la cual las posibilidades del pasado se encuentran con la ruptura del presente. Esta imagen se alimenta de luchas y valores, de técnicas y de saberes, de espacios y de tiempos. De eso se tratará en este número, concientes de que lo que queremos unicamente puede “llevar el pánico a la superficie de las cosas”.

COMO PIEDRAS A LA SUPERFICIE DEL AGUA

Ante todo somos individuxs. Las definiciones, cuando no son jaulas, son como piedras tiradas a la superficie del agua : crean círculos siempre más anchos, sin que ninguno de ellos logre contener totalmente nuestra individualidad. Concientxs de ello, las palabras no nos asustan. ¿Porqué somos anarquistxs?

Porque queremos un mondo basado en la reciprocidad y el apoyo mutuo, y no en la dominación y la explotación. Un mundo sin Estado y sin dinero.

Reconocemos la necisidad de acuerdos – o sea, de reglas – para vivir juntxs ; pero, para nosotrxs, los únicos acuerdos válidos son aquellos creados y definidos con libertad y reciprocidad, y no aquellos que se imponen de forma unilateral por lxs que tienen el poder de hacer las leyes y la fuerza militar para que se respecten. Reglas y leyes no son sinónimos para nada. La ley es un modo muy particular – basado en la coercición – de concebir la regla. Hasta ahora, y con el límite de nuestras posibilidades, hemos buscado vivir con la base del libre acuerdo, negandonos a que una autoridad decida para nosotrxs.

Somos partidarixs del apoyo mutuo, porque sabemos que la equidad no basta si no está acompañada de un sentimiento de solidaridad conciente y voluntario. Al contrario del modelo liberal que ve la libertad delx otrx como un límite a la suya, sentimos que nuestra libertad se esparce al infinito a través de la libertad de lxs demás. Al contrario del comunismo autoritario, sabemos que la igualdad es hermana del despotismo si no es el espacio dónde expresar las diferencias individuales.

Un modo diferente de concebir las reglas determine también una otra forma de enfrentarse a los conflictos. En primer lugar, para nosotrxs cada unx responde únicamente de la violación de reglas que ellx mismx ha definido y compartido – y no de leyes que otrxs han establecido en su nombre ; en segundo lugar, los mismos conflictos se enfrentan en un modo no represivo, como señales de acuerdos inadecuados, como la experimentación de uevas relaciones. En todos los casos, la solución a las discrepancias no debe ser institucionalizada en órganos represivos – como las cárceles o la segregaciones de todos tipos – que no harían más que recrear este poder opresivo y arbitrario, del cual conocemos todxs la naturaleza y las consecuencias. En resumidas cuentas, la “justicia” no debe separarse de la comunidad que la expresa, encarnandose en los órganos especializados que tendran a reproducirse, juntos con sus privilegios. Ninguna receta, por supuesto, únicamente una sensibilidad anti-autoritaria que se afinará encima de las ruinas de todas las cárceles.

A fin de poder decidir juntxs sin poder centralizador, es necesario poder dialogar de forma directa y horizontal. La sociedad por la cual luchamos es una sociedad del cara a cara; Una civilización de masa, como la civilización industrial, especializa al extremo las tareas, crea jerarquías por todas partes y vuelve lxs individuxs incapaces de entender el producto de sus relaciones sociales. Porque el pensamiento solo se une a la acción en lx individux – las fuerzas sociales siempre son ciegas –, es necesario que la actividad realizada sea directa, controlada y entendida por lxs mismxs individuxs. A cambio el trabajo asalariado se basa en el exacto contrario : unxs dirigentes organizan mientras la masa ejecuta, incapaz de dominar y reparar las máquinas – de la cual nos volvemos un simple apéndice –, tampoco de entender el producto de su propia actividad.

Solo dentro de mentes autoritarias se oponen el universal y el local. En tal visión no hubiera salida al gigantismo de las ciudades y de los aparatos productivos. En realidad, o conseguiremos reinventar una vida social en bases más simples – del pequeño al grande a través de uniones horizontales –, en técnicas más sencillas, o nos dirigiremos siempre más hacia la desintegración de cualquier autonomía individual y hacia el caos ecológico. Es urgente disolver los vínculos masificados – fuentes de conformismo, contaminación y angustia existencial – para experimentar otros, mejor adaptados a las necesidades y a los deseos de cadx unx.

Al contrario de la visión del progreso que nos imponen, en la cual la historia se parece a una linea recta que va de las cuevas al Fondo Monetario Internacional, la humanidad vivió durante miles de años en comunidades sin Estado y sin poder centralizado. Hoy en día, no se trata de soñar con una mítica “edad de oro”, sino de descubrir de nuevo en el pasado qué relaciones y qué técnicas pueden ayudarnos a transformar el presente. Para nosotrxs, el redescubrimiento de una nueva autonomía (alimentaria, energética, en la salud, etc.) no se puede separa de un proceso revolucionario de destrucción del Estado y del desmantelamiento de la sociedad industrial. Reinventar una relación entre la soledad y el encuentro, el bosque y el pueblo, el campo y el burgo, no es solamente una tensión ética : es una necesida vital. El capitalismo ataca las fuentes primas de la vida – la comida, el aire, el agua – al transformarlas en mercancías. Para nosotrxs es ilusorio pensar retirarnos en cualquiera reserva de este gigantesco supermercado. Ensanchar los espacios de autonomía – experimentando otras formas de vivir y de relacionarse – y subvertir el presente orden de las cosas, lo repitamos, son aspectos inseparables.

Al contrario de la propaganda tecnológica, por la cual todo lo que es tecnicamente eficaz se vuelve socialmente positivo, creemos que las técnicas solo valen cuando se someten a consideraciones éticas y sociales, y que se debe hacer marcha atrás cuando una supuesta eficacidad técnica se obtiene gracias a una especialización más grande, un poder más potente o un empobrecimiento general de las relaciones humanas.

“¿Y ENTONCES QUE ?”

Algunas de estas reflexiones son en adelante banales para la mayoría de las personas, revolucionarias o solamente críticas. Lo que nos caracteriza como anarquistxs, es que consideramos inseparables los fines y los medios, porque los métodos de lucha ya dejan entrever la vida por la cual peleamos. A pesar del maquiavelismo dominante, sabemos que negandonos a emplear ciertos medios rechazamos también ciertos fines, precisamente porque estos últimos siempre estan contenidos en los primeros. Sabemos, y no faltan los ejemplos históricos, donde llevó la lógica del oportunismo, de las excepciones tácticas y estratégicas, de la “transición hacia el comunismo” (que nunca termina pero que lo justifica todo). A dictaduras despiadadas o a social-democracias asesinas.

Alguien decía que no se puede luchar contra al alienación con formas alienadas. No se puede reproducir en nuestras propias relaciones y prácticas las mismas dinámicas que las de la dominación contra la cual luchamos. Así pues, somos a favor de la auto-organización de las luchas, es decir por una autonomía frente a todas las fuerzas partidarias y sindicales, por la conflictualidad permanente con el poder, sus estructuras, sus mujeres y hombres, y sus ideologías. Así, igual que rechazamos el imbroglio electoral – por lo cual la dictadura del capital permanece oculta – rechazamos a la vez lxs líderes, las jerarquías, los comités centrales, lxs portavoces mediáticxs (o sea lxs futurxs jefxs políticxs).

Atacar el poder en vez de reproducirlo, desertar sus instituciones en vez de mendigar sus subvenciones, son métodos que, por ahora, pueden parecer poco eficaces y llevar a un aislamiento relativo (bien preparado por el linchamiento mediático permanente). A eso, se puede contestar que el sentido de lo que se hace se capta en la actividad misma, y no midiendo resultados quantitativos ; no se pueden medir las fuerzas sociales haciendo censos, en particular porque son imprevisibles : lo que percibimos, al final, solo son los primeros círculos formados por las piedras que tiramos. Por otra parte, la búsqueda de la coherencia es la fuerza que contiene todas las otras, y eso no por adhesión sacrificial a una doctrina, sino por el placer proporcionado cuando la mente esta en acuerdo consiguo misma. Es en la unión del pensamiento y de la acción, decía Simone Weil, que se renueva el pacto del espíritu con el universo.

Así pues, lo que puede parecer “purismo” (lo que dicen de forma depreciativa lxs realistxs) no es más que un modo muy concreto de palpar la existencia, “en el tremendo placer de la pelea social”. No creemos en los soles radiantes del porvenir que surgen de los cálculos hechos en las trastendias. El mundo en el cual quisieramos habitar debe de ser contenido en sus propias relaciones y comportamientos lo más posible. Al fin y al cabo, si no colaboramos con las instituciones, nunca nadie podrá hecharnos a la cara que “escupimos en la sopa” – y esto también cuenta.

La auto-organización de la cual hablamos no es solo teoría pura. Es una experiencia humana que existe desde los más antiguos tiempos, un gran arsenal teórico y práctico que el pasado transmite al presente. Muchas de las llamadas teorías las sugerieron la realidad de las luchas, las experimentaciones comunitarias, tal como las revueltas atrevidas y solitarias de lxs que tuvieron la determinación de desafiar el poder, los costumbres y los prejuicios de su época, de lxs que atrayeron en ellxs los rayos de todxs lxs jueces antiguxs y modernxs. Desde la Edad Media hasta hoy, los ejmeplos de comunidades que abolieron la propriedad privada y el Estado, en una tentativa apasionada de realizar en la Tierra la felicidad que las religiones siempre encerraron en el reino de los cielos, son innumerables. Pero no necesitamos un pasado donde buscaríamos justificaciones a nuestros deseos. La auto-organización es una realidad que existe en el mundo actual, sea como práctica social durante explosiones insurreccionales (pensemos en las asambleas de barrio en argentina o en los aarch en algeria), o como método de lucha durante conflictos más específicos (pensemos en los recientes blocus de lxs limiadorxs de trén, el de Scansano Jonio o de la Campania, a las huelgas salvajes de lxs conductorxs de tranvías y de buses). Miles de empleadxs experimentan de la acción directa no por ideología, sino porque es el único modo de arrancar a lxs patronxs unas mejoradas reales. Esta crítica anticapitalista que lxs intelectualxs servilxs ven vana, pasado de moda o criminal, numerosxs explotadxs la ponen en práctica en sus luchas porque experimentan el capitalismo en su propia piel. ¿Y que de nosotrxs, en medio de esto?

No tenemos ninguna mentalidad vanguardista, y sencillamente aportamos nuestra contribución, por todas partes donde lo logramos, para favorecer las prácticas de auto-organización y de acción directa. Cuando es posible, iniciamos en nuestro nombre situaciones de lucha social, sino intervenimos, en nuestras bases, en luchas llevadas por otrxs. No somos especialistas, y no tenemos ningún campo de acción exclusivo, particularmente porque esta sociedad ya alcanzó tanto grado de interdependencia entre sus sectores que no es posible modificar profundamente ninguno de sus aspectos significativos sin volver a poner el conjunto en tela de juicio. Incluso el requerimiento de una alimentación no envenenada significa para satisfacerse – como ya alguien lo escribió – el desmantelamiento del conjunto del sistema de producción, de intercambio y de transporte existente. Desde el problema de la destrucción del medio ambiente hasta el de la guerra, la crítica se enfrenta a la sociedad entera y a sus perros de guardia cuando quiere ir al fondo del tema. Por supuesto, algunos temas nos animan más que otros, particuliarmente porque creemos que es más difícil para la dominación recuperarlos – es decir neutralizarlos – que otros. Si se puede concebir un poder que produzca menos incineradores o otras tecnologías sumamente dañosas, no se puede concebir un poder que produzca menos cárceles, igual que nunca existieron sepulturerxs de revoluciones que no hayan reconstruido algunas. Sin embargo, si se mira bien, el problema de la cárcel remite al de la autonomía de las decisiones y de lo que unx necesita para vivir. Mientras no aprendamos a preferir el libre acuerdo a la imposición, la solidaridad a la competencia envilezadora, la lógica del castigo reconstruirá sus jaulas y sus horrores. Somos a favor de la ruptura revolucionaria porque sabemos que la mentalidades serviles necesitan una sacudida violenta, igual que las instituciones sociales, pero sabemos también que una insurrección es solo el principio de un posible cambio y no una panacea. Listxs para unirnos a cualquiera que desee realmente derribar la dominación actual, defenderemos también con mucho valor nuestra posibilidad de vivir sin imponer ni recibir órdenes de cualquier autoridad, partido o comité central. La experiencia histórica nos aprendió que lxs peorxs opresorxs pueden travestirse de revolucionarixs, y por supuesto no queremos encontrarnos aliados con ahogadorxs de toda espontáneidad subversiva y de toda libertad. Para nosotrxs, la única violencia acceptable es la que libera y no pone en esclavitud, la que destruye el poder y no lo reproduce, la que defiende para cada unx la posibilidad de vivir como quiere. Imponer la libertad es un contrasentido. Tendría que levantar el cadalso para vencer, decía Malatesta, entonces preferiría perder.

No nos impresiona ni nos sorprende que el coro de las inteligencias sometidas repita que una revolución es imposible. ¿No es lo que los treinta tiranos repetían a lxs democratxs atenexs, lxs aristocratxs a lxs burguesxs, lxs latifundistxs a lxs campesinxs mejicanxs, lxs democratxs a lxs anarquistxs espagnolxs, lxs burocratxs de staline a lxs sublevadxs húngarxs, lxs sociólogxs a lxs rabiosxs del mes de Mayo? “Quien hace a mitad la revolución cava su propia tumba”. Es la única enseñanza que queremos aprovechar de lxs que nos precedaron por el camino a una revolución anarquista.

Nos consideramos como explotadxs a lado de lxs otrxs explotadxs, y creemos que nuestra impaciencia, nuestra determinación en atacar aquí y ahora forman parte del conflicto de clase. No admitimos ninguna jerarquía basada en los riesgos previstos por el código penal : un follete es igual de digno que un sabotaje, porque para nosotrxs la acción directa no se opone a la difusión de las ideas.

Los años por venir se llenaran de conflictos, algunos dificiles de descifrar, otros claros porque puros como barricadas. El terreno del asentamiento y de la sumisión se fisura, numérosos señales de insatisfacción se revelan. La auto-organización volverá a golpear con fuerza en la puerta de la guerra social.

Nuestros complices son y seran todxs lxs individuxs dispuestxs a pelearse para conquistar la libertad con lxs demás, y también listxs para arriesgar la suya.

Cárcel de Trento, 23 de julio de 2004

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