Las luchas de lxs presxs políticxs palestinxs están inextricablemente conectadas con la totalidad de la lucha del pueblo palestino. El 70% de las familias palestinas tienen al menos un miembro que ha sido encarcelado por actuar contra el Estado de Israel. Un 20% de la población total ha sido encarcelada al menos una vez en su vida mientras que de acuerdo a otras estimaciones el 40% de la población masculina ha sido encarcelada en algún punto de su vida en los últimos 30 años.
Otra manifestación reveladora de la situación que lxs luchadorxs palestinxs encuentran por ellxs mismas mientras están dentro de las prisiones israelíes es el hecho de que hasta 1999 la “tortura leve” durante los interrogatorios era considerada una práctica legítima por la ley. Esas torturas incluían – entre otras – privación del sueño, inmovilización corporal en una postura incómoda, música alta, exposición a temperaturas extremas de calor o de frío, colocación de trapos malolientes sobre la cara etc. En 1999 la Corte Suprema de Israel confirmó que en ciertos casos estas prácticas eran ilegales y por tanto impuso algunas restricciones. Estas restricciones, sin embargo, no excluyeron como ilegal la alimentación forzosa, de acuerdo a las disposiciones de la ONU.
El 1 de mayo de 2000, casi 1000 de las 1650 presas políticas palestinas participaron en una huelga de hambre a gran escala que duró un mes, demandando mejores condiciones de vida, mejor trato de los guardias, visitas de sus familias, abolición del confinamiento solitario, acceso a cuidados sanitarios y la liberación de las presas políticas. Durante las manifestaciones de solidarias 7 palestinas perdieron sus vidas mientras que alrededor de 1000 resultaron heridas. Mientras tanto, 60 israelíes fueron heridas también. En el 31 de ese mismo mes el gobierno de Israel satisfizo algunas de las demandas.
En febrero de 2012 alrededor de 1800 presas políticas palestinas empezaron una huelga de hambre contra el régimen de detención administrativa. Es decir, encarcelamiento sin pruebas para respaldar ningún cargo, sin acusaciones específicas, sin juicio y sin evidencias, lo que significa que permanecerán detenidas durante una cantidad indefinida de tiempo por orden de la autoridad militar de Israel. De las 4500 presas en total, 310 permanecieron en prisión bajo el estatus de detención administrativa. Entre sus demandas estaba la posibilidad de familiares que residiesen en Gaza para que pudiesen visitar a sus parientes en prisión – un hecho que era imposible ya que, como residentes, no tenían permitido por el Estado de Israel abandonar Gaza –, el fin del confinamiento solitario y la libertad de aquellas mantenidas presas bajo detención administrativa.
El 24 de mayo del mismo año y después de una huelga de hambre de varios días, las luchadoras lograron llegar a un acuerdo con el Estado de Israel, que se comprometió a llevar la duración máxima de la detención administrativa hasta los 6 meses si entre medias no era proporcionada suficiente evidencia. Además, las visitas familiares se extendieron y aquellas en confinamiento solitario volvieron a los bloques regulares.
Hoy, 1500 presas políticas palestinas han estado en huelga de hambre desde el 17 de abril y su número se espera que crezca hasta las 2000 en los próximos días. Unidas en un frente de batalla común y a pesar de sus disputas y enfrentamientos internos, miembros de Fatah, Hamas, PFLP y la Jihad Islámica participan en una lucha común como presas políticas. Sus demandas se asemejan a las de aquellas de las movilizaciones anteriores y tienen que ver con el acceso de las prisioneras a las telecomunicaciones y con la colocación de teléfonos de pago en cada bloque, en particular. También demandan que tengan visitas de sus parientes, que deben conseguir un permiso para entrar a los territorios ocupados – las solicitudes para esos permisos son generalmente rechazadas y las visitas son, en realidad, imposibles, ya que las prisiones se encuentran dentro de los territorios ocupados. Finalmente, demandan acceso a asistencia sanitaria, la abolición de la detención administrativa y la abolición del confinamiento solitario.
El Estado de Israel hasta ahora ha reaccionado con traslados no notificados de prisioneras y su puesta bajo confinamiento solitario.
Nosotros, como prisioneros anarquistas en las prisiones griegas, sólo podemos unir nuestras voces con las voces de las luchadoras palestinas. Además de nuestra solidaridad directa e incondicional contra las fuerzas de la imposición, con la fuerza de ondas y cuchillos contra la fuerza de bombas y tanques, la fuerza de las oprimidas contra la fuerza de la brutalidad del Estado, la fuerza del pueblo palestino contra la fuerza del Estado de Israel, expresamos también que todavía tenemos otra razón para apoyar todo acto de resistencia contra el Estado de Israel. La tecnología de vigilancia, el saber-hacer del Apartheid, el régimen de excepción, el entrelazamiento de la marginación social y política, la imposición de un control militarizado sobre poblaciones enteras, la detención administrativa -que hace de Europa un instrumento de gestión de la migración – y la realidad distópica general que el Estado de Israel impone al pueblo de Palestina constituyen una brújula para los que están en el poder, así como un experimento que el resto de los Estados eventualmente serán llamados a implementar en otros lugares.
¡Victoria para la lucha de las presas políticas palestinas!
¡Victoria para las armas de la resistencia palestina!
Andreas-Dimitris Bourzoukos,
Antonis Stamboulos,
Argiris Dalios,
Dimitris Politis,
Fivos Harisis,
Giannis Michailidis,
Giorgos Karagiannidis,
Grigoris Sarafoudis,
Tasos Theofilou